En Nazaré, Portugal, un simple tronco seco fue enterrado en la arena por un grupo de jóvenes que no buscaban solo diversión veraniega. Ese gesto, lleno de simbolismo, fue el inicio de una semana que marcaría sus vidas: el campamento de verano de los Peregrinos de la Eucaristía.
Más que un juego, esa acción resumía el espíritu del encuentro: sembrar en tierra firme la fe, la fraternidad y el amor a Jesús Eucaristía, para que crezcan y den fruto en la vida diaria de los adolescentes.
Una experiencia de fe en movimiento: Peregrinos de la Eucaristía
Desde Madrid, Sevilla, Navarra y otras regiones de España, partieron chicos y chicas junto a miembros consagrados y laicos de la comunidad. El destino era Fátima, pero el verdadero viaje fue una peregrinación interior, donde cada paso ayudaba a descubrir lo esencial.
El lema “Tú eres mi meta” presidía las camisetas de los participantes, con una custodia simbolizando que Jesús Eucaristía no solo los esperaba al final del camino, sino que caminaba con ellos, dándoles dirección, fuerza y sentido.
Las excursiones fueron momentos clave para esta peregrinación juvenil. En Nazaré, conocieron al Venerable Guido Schäffer y su forma de unir vida ordinaria y santidad. También visitaron un antiguo santuario mariano que hablaba al alma sin palabras.
La jornada siguiente combinó deporte con naturaleza en las Grutas da Moeda, mientras que el clímax espiritual fue la visita al Santuario de Fátima. Allí rezaron en la Capilla de las Apariciones y profundizaron en el mensaje de la Virgen a los pastorcitos.
Durante la semana, los juegos y actividades estaban acompañados de una dinámica de puntos por servicio. Así, los chicos entendieron que servir con alegría también es un camino de plenitud, tan importante como ganar una carrera o resolver un reto.
Cuando la luz rompe la oscuridad
Una noche, el silencio habló más fuerte que las palabras. Con las velas apagadas en las manos, los adolescentes esperaban. Cuando Jesús Eucaristía fue expuesto en la adoración, la luz comenzó a pasar de uno a otro, transformando la oscuridad en esperanza.
Ese instante fue uno de los más profundos. Muchos vivieron una conexión real con Cristo, sintiendo que no están solos en el camino. Esa llama, encendida durante la oración, sigue viva en sus corazones, más allá del campamento.
Al regresar a casa, los participantes no llevaban solo anécdotas: volvían con una mirada nueva. Aprendieron que ser Peregrino implica caminar con propósito, sabiendo que la vida es un viaje con dirección y que el verdadero destino es el cielo.
Comprendieron también que construir sobre roca requiere esfuerzo, pero vale la pena. Las enseñanzas de esta semana quedarán grabadas como cimientos sólidos en sus vidas, listos para resistir las tormentas del mundo actual.
Una comunidad al servicio del Evangelio
Los Peregrinos de la Eucaristía son una familia conformada por consagrados, consagradas, sacerdotes y laicos, donde cada miembro, según el carisma y la espiritualidad que lo identifica, realiza la ofrenda de su vida a Dios a semejanza del Cordero de Dios, para, como Él, ser auténticos servidores de Dios y de los hombres.
Su misión consiste en vivir la misma vida de Nuestro Señor Jesucristo, presente y vivo en el misterio de la Eucaristía, y comunicar esa vida a todos los que se acercan a ellos. Esta peregrinación se expresa en los distintos apostolados con los que la comunidad es enriquecida, para poder dar respuesta a las necesidades pastorales concretas de cada uno de los lugares donde el Señor les envía, especialmente allí donde la fe necesita ser fortalecida: en contextos marcados por el dolor, la incertidumbre o el abandono. A través de la oración, la vida misionera y el compromiso fraterno, los Peregrinos de la Eucaristía buscan ser testigos del amor de Dios, llevando la luz de Jesús Eucaristía a quienes más lo necesitan.